lunes, marzo 11, 2019

Vladimir: ¿Cómo enfrenta su vida de celebridad?




Pedro G. Briceño
Don Gregorio, Nizao

Natural como ha sido su vida, así transcurre parte de la era post Cooperstown de Vladimir Guerrero, entre hijos, hermanos, primos y amigos, quienes cuando no disfrutan de varias partidas de dominó o billar, sus cabezas dan vueltas sobre que “cocinaos” inventar al mediodía o en una tarde cualquiera.

Esto representa una porción de su ocio, junto a observar una buena película o un partido de béisbol en la televisión. Cuando no, está compartiendo con sus amigos en cualquiera de los establecimientos en los alrededores del parque o en las proximidades de su casa materna, en pantalones cortos, franelas y hasta las muy recordadas chancletas samuráis.

Empero, también su investidura en el lugar donde conviven los íconos del béisbol poco a poco lo convierte en una marca productiva, con frecuentes participaciones en actividades de firmas de autógrafos, contratos publicitarios, aquí y allá, así como emprender una labor social y educativa en procura porque los niños y jóvenes de su comunidad y sectores aledaños tomen el más correcto de los caminos. Recientemente fue realizado un taller de valores con los niños.

Es por esto que a expensas de inventar cocinar un rico chivo, pescar tilapias u hornear un cerdo, en la mansión de casi dos hectáreas (20 mil metros cuadrados) del popular Mikea, se encuentra un equipo de trabajo que cuida con celos una imagen que en sus mejores años no fue tan guerrera como su apellido, ni tan ruidosa como el bate que lo llevó a despedirse del juego con un average de .318.

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