En la final, disputada en el estadio Luzkniki de Moscú, el equipo conducido por Didier Deschamps se impuso por 4-2 con los goles de Mario Mandzukic, en contra de su propia valla, Antoine Griezmann, de penal tras la intervención del VAR, Paul Pogba y Kylian Mbappé. Para Croacia anotaron Ivan Perisic y Mandzukic.
Los croatas salieron a adueñarse del partido desde el inicio. Con un alto grado de concentración y de manejo de pelota, lograron imponer su presencia en el campo rival. Francia no podía salir del asedio y jugaba peligrosamente cerca de su área.
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