Ellas, las asesinadas, se reducen a un nombre –no siempre correcto— y al modo en que se les arrebató la vida.
Tarea pendiente es reflexionar sobre el modo en que los medios informan sobre el feminicidio, que hunde sus raíces en una ideología social y cultural, el patriarcado, que desvaloriza la vida de las mujeres. Parecería, entonces, que nombrar el feminicidio no es otra cosa que una puesta al día del lenguaje, desprovista de todo otro propósito.
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