La ciudadanía, con el recuerdo vivo del desastre que supuso María con las cerca de 3.000 vidas que se cobró, acude a supermercados y tiendas para comprar alimentos y, en especial, agua, cuya venta se limita a cierta cantidad en algunos puntos del territorio caribeño con el objetivo de evitar el desabastecimiento.
El afán por acaparar provocó que, incluso, en algunos comercios del área metropolitana de San Juan se agotaran las existencias de agua embotellada.
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