“Ella era mi vida, yo me quiero morir”, gritaba desconsoladamente Liselot García, mientras esperaba noticias de las autoridades que buscan el cuerpo de quien era su hija mayor.
En medio de la desesperación, Liselot le reclamaba a Dios por qué había permitido que su pequeña muriera de esa forma. “Dios, padre, por qué tú me das eso a mí, si tú sabes mi corazón, yo soy muy buena con todo el mundo. Yo no aguanto esto”, gritaba la mujer, que reside en el ensanche Isabelita, del municipio Santo Domingo Este, provincia Santo Domingo, junto a sus tres hijos y esposo.
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