De acuerdo con los residentes de la zona, tanto Mariano Rodríguez Rosa como Noemí de los Santos eran personas que no tenían problemas ni entre ellos ni "con más nadie".
"Ellos se sentaban en el frente de la casa y se bebían dos o tres cervezas. Ella venía aquí y conversaba con mi mamá a veces. Una muchacha muy simpática", expresaba Yocasta Pérez vecina de Noemí, todavía sorprendida por la noticia.
En el lugar donde ocurrió el hecho residía Noemí junto a su madre (quien en la mañana del mismo día había salido para Santiago) y sus dos hijos más pequeños (tiene cuatro en total). Ninguno de los niños eran hijos del sargento.
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