La propuesta, delineada por el Pentágono, es la primera desde el inicio del gobierno republicano y plantea una postura nuclear estadounidense más firme. Si bien se sujeta a los tratados y pactos existentes sobre el control de armas, plantea un aumento del arsenal norteamericano.
En ese sentido, aunque continúa varios de los lineamentos de la doctrina de defensa de Barack Obama, principalmente el renovar el armamento, desiste de la intención de su antecesor de reducir la capacidad nuclear.
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