SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Xiomara
Acosta lleva años como acomodadora en el céntrico Cine Cuba de la calle
Enramadas en Santiago de Cuba. Aunque ya estos espacios no se llenan de
público como antaño, dice que sigue siendo el lugar predilecto para
parejas de paso, o algunas personas de la tercera edad que prefieren
dormitar o masturbarse en los horarios de tandas cinematográficas.
“Algunas parejas vienen a conversar en
los horarios de películas, pero la mayor cantidad de personas que
entran, son hombres viejos que nunca están acompañados de mujeres, que
se masturban tanto con los besos de las pocas parejas que se encuentran
en la sala, o con cualquier escena erótica de la película que se
exhiba”, acotó la acomodadora.
Yelenis Fonseca, estudiante
universitaria de Economía, contó a CubaNet que la Universidad de Oriente
es otro de los espacios frecuentados por estas personas. “La
universidad, por encontrarse a las afueras de la ciudad, es uno de los
lugares donde los pajuzos ̶ como comúnmente se les conoce en Cuba ̶
acosan a las muchachas, tanto en los carros como en las guaguas que
van con destino al Distrito, incluso se meten en los montes que rodean a
la escuela”.
Cuenta que siempre le ha sido difícil
lidiar con estas aberradas escenas “incomodas”, como ella misma
menciona, cuando comenzó a trabajar hace más de 13 años. “Apenas inician
las películas nosotras salimos de la sala y nos sentamos en el lobby
del cine hasta que termine la proyección, porque tratamos de alejarnos
de los masturbadores”, selló Acosta.
Sin embargo, otra trabajadora, que
prefirió el anonimato, alegó que ya los cines han dejado de ser los
espacios preferidos de los masturbadores. “Ahora han tomado ruinas,
parques y áreas desoladas para sus cochinadas, ya no tienen escrúpulos y
sacan su cosa en cualquier lugar”, expresó la señora algo apenada.
Hace unos meses se viralizó un video
en las redes sociales donde un señor se masturbaba en el parque público
de Ferreiro, Santiago de Cuba. El parque es uno de los espacios
preferidos por estas personas en la ciudad, pues se encuentra cerca de
una zona wifi, paradas de ómnibus de varias rutas y el Pre-Universitario
Cuqui Bosh.
“Da pena ver a estos hombres, muchas
veces jóvenes, que caminan masturbándose detrás de uno por varios
metros, yo lo que hago es apretar el paso cada vez que pasa esto, porque
si me pongo a gritar o tirarle piedras, ellos continúan detrás de mí,
sin importarle”, criticó la estudiante.
Por
su parte, una trabajadora del Parque-Museo Abel Santamaría, en pleno
centro de la ciudad, cuenta que donde trabaja es uno de los lugares que
más frecuentan los “pajizos”, como también se les conoce a los
masturbadores en la provincia oriental.
“Se paraban por la cerca que colindaba
a los dormitorios de las muchachas y comenzaban a masturbarse, aunque
debo decir que algunas los provocaban desnudándose, pero otras
cerrábamos las ventanas para no ver estas puercadas, porque si les
comenzabas a tirar piedras eso era morboso para ellos y continuaban
ahí”.
Pedro, como decidió ser llamado este
joven, es uno de los masturbadores que frecuenta algunas de las áreas
santiagueras. Dice que inició en su casa, pues le pedía a su esposa que
se desvistiera en el cuarto mientras él lograba excitarse mirándola por
una rendija de la puerta. Sin embargo, desde hace unos años frecuenta
espacios ruinosos y parques lejos de su casa, pero cuenta que “aún
siento un poco de temor si alguien conocido me descubre”.
“No se si es enfermizo o no, pero te
puedo asegurar que así logro mayor excitación. Con mi mujer lo sigo
haciendo, pero ella no sabe a lo que me dedico en la calle, por eso
siempre escojo lugares destruidos o montecitos por donde pasan mujeres.”
El joven asegura que muchos de los que como él se dedica a esto son
hombres con esposas e hijos.
Son bastantes los lugares públicos en
Santiago de Cuba que se han reportado como sitios proclives a
masturbadores, pero pocas son las acciones por parte de la PNR en este
sentido. Y aunque muchas mujeres han denunciado ser acosadas en ómnibus y
camionetas, otras han vivido la amarga experiencia de tener una sombra
que las persigue, en calles y lugares de poco tránsito peatonal a
cualquier hora del día.
“Lo que más anhelo es que exista una
ley que sancione duro a estos depravados sexuales, pero, mientras
existan bajas cuotas en las multas, estos descarados ̶ muchos de ellos padres, esposos e hijos ̶ seguirán acosando a las mujeres en todos los espacios”, lamentó la profesora Hurtado.(CUBANET)
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