En el punto de mira se encuentra la compañía Cubana de Aviación, bajo la que operaba el Boeing 737-200, alquilado a Global Air, perteneciente a una compañía mexicana.
Un fallo del aparato hizo que se precipitara a tierra poco después de haber despegado. La tragedia acechaba a ambas compañías, la cubana y la mexicana, esta última propiedad de un español, Manuel Rodríguez Campos.
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