En la madrugada del 30 de diciembre de 2006, primer día del Aid Al-Adha, la más importante fiesta del calendario musulmán, era ahorcado el hombre que dirigió Irak con mano de hierro durante un cuarto de siglo.
Su ejecución fue celebrada por los chiitas, pero supuso una verdadera humillación para los sunitas, sobre todo para quienes habitaban su pueblo natal, a 160 km al norte Bagdad.
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