Muy
sospechosa la jueza Katherine A. Rubio Matos, que en una demostración
de atrevimiento extremo se dio a la tarea de conceder un permiso
especial a 50 reclusos, para que fueran a sus casas a pasar las
navidades, entre ellos condenados por narcotráfico en los sonados casos
de Paya, Figueroa Agosto y Florian Féliz.
Por
suerte la procuraduría logró la suspensión inmediata de esos permisos
concedidos por esa jueza de San Cristobal, que lo menos que se debería
hacer con ella es investigarla.
¡Tenía que ser una jueza!
Sorprende
que con los tantos casos escandalosos de juezas que han sido
destituidas, todavía aparezcan otras favoreciendo la puesta en libertad
de delincuentes peligrosos acusados de sicariato, de narcotráfico,
homicidio agraviado y violación sexual.
Pena
y verguenza debe dar que las mujeres estén quedando tan mal en la
administración de la justicia, prostituyendo su ejercicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario